"Las Banderas de Chaitén flamean al viento rotundo que entra por el callejón que se cuela por las inmensas montañas de ese Chiloé continental. En cada casa habitada hay una saludando a los pocos enamorados del punto, otrora, más concurrido de la patagonia chilena. Caminando por sus calles descubres que cada persona, cada casa, cada animal, cada vereda, cada ceniza está teñida por ese sentimiento de resistencia que muchas veces nos hace falta.La mitad de la cuidad está funcionando igual que antes del terremoto y la explosión del volcán, ya los temblores y las cenizas del aire son pasado, claro que a veces vuelven por el viento y la no-lluvia, pero en esas latitudes prontamente se van. Las Banderas hacen el contraste con el plomo del suelo y con el plomo del cielo nublado. Caminar por Chaitén es una delicia distinta a lo que se podía sentir antes. Un cartel gigante indica la dignidad del pueblo enclavado en una articulación principal, y nos muestra el nuevo cariz que ha tomado vivir en la "capital de la Provincia de Palena". Avanzo por las calles buscando donde comprar pan y pienso que vivir en Chaitén siempre fue una elección y no una casualidad, todo el que llegó acá por azar, se va o se queda por su propia voluntad. Cada piedra, cada casa, cada calle ha florecido por el doble esfuerzo de la naturaleza y el empuje humano. A pura pujanza los Chaiteninos tuvieron funcionando un pueblo multicultural, visitado y codiciado por grandes magnates, mas nunca cuidado por los gobernantes de la nación. Cruzo el puente que separa el desastre de la ciudad, allá es dónde queda la casa con pan, y comienzo a ver los vestigios de lo que sin duda fue una catástrofe histórica. Casi al unísono pienso en que Chile está hecho de tragedias, y somos nosotros los que elegimos día a día que hacer con eso. Es una decisión tan libre como salir a comprar lejos de la casa de la Señora Ismelda por querer comer pan simplemente.
Hago la transacción, traigo cuatro panes.
Cuando vuelvo el pueblo me parece tan bello, un desorden armónico, una muestra de fuerza más allá de lo imaginable. Las banderas flamean en Chaitén, las vuelvo a notar. Pero ahora las entiendo más. Flamean de rabia con la fuerza que les da el viento. Flamean porque podrían tener agua pero no tienen, porque la luz eléctrica se hace a pulso en generadores, porque el gobierno está tan lejos que va a Chaitén a pedir votos y a sacar fotos, las banderas tienen rabia porque ofrecen dinero y más dinero a cambio de las tierras que ellos mismos eligieron habitar, y no se dan cuenta que hay cosas que no se venden. Rabia y flamean por que no quieren conectarlos al resto del mundo, y esperan que muera el pueblo en vez de potenciarlo como la maravilla que puede ser. Flamean de rabia porque son sencillamente un número, un recurso natural, una represa, una mina de oro, un parque y no personas haciendo lo que ningún otro chileno se atreve a hacer.
Llego al hospedaje Llanos, con el tesoro que significa encontrar pan en esas latitudes tan abandonadas. Sonrío y como mientras pienso en que la barcaza se atrasó 9 horas por el mal tiempo. La tierra es caprichosa, pero el cielo y el mar lo son aún más..."
Pd: En Chaitén se ponen banderas Chilenas para mostrar las casas que están habitadas. Así ante una eventual desgracia saben dónde buscar para evacuar y dónde no.
1 comentario:
Locooooooooo, fuiste achaiten??? que envidia... y que emotivo se lee la experiencia. Y que razón te encuentro tb.
saludos joven. Nos vemos luego!!!
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