Mentí intensamente desde que me bajé del micro hasta que me metí al metro, y aún aquí estoy mintiendo. Caminé rápido a pesar del cansancio que me provoca el salir del trabajo. Sonreí al guardia cuando me hizo un desatinado comentario hacia una madre joven y su hijita. Avancé por el anden sin mirar a un amigo de infancia, fingiendo oír mi mp3. Cuando me miraron esos ojos azules de mujer por la ventana de un vagón en movimiento, simulé no percatarme y abordé raudo este otro carro, sin prestar atención a mi yo galán. Y ahora entierro los ojos en el lápiz y el papel para no mirar fijamente el par de pechos escotados que sobresalen en el asiento del lado...
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