lunes, 25 de febrero de 2008
Todo sea por la plata
Fue todo una suma coincidencia. Apostó los últimos 500 pesos que tenía para regresar a su casa, era el todo o nada, todo por una cervecita más. Por suerte ya había paseado por otros vasos y tenía la personalidad para ganar. Fue cuando deschaquetada, escotada y balanceando caderas al son del Reggaetón, se abalanzó sobre un pobre individuo, medio ebrio, muy pintoso, pero abandonado, que habían estado mirando con su amiga hacía muchos minutos. Le sonrión entre luces de colores, él le respondió acercandose y comenzó el cortejo. Fueron unos tres temas hasta que ella se le lanzó, con tan mala suerte que la regurgitación del galán le vino a dar a los labios y el escote. Cerró los ojos, pensó en el camino a pié hasta su casa, bajando cuestas y arriesgando la propia vida a los otros ebrios de la calle, lo abarró de cuanta mancha tenía y lo beso con el asco propio de la ocasión. Después de eso volvió donde su amiga a cobrar el vil dinero...
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