Se vino a saltar atras de la culpa, atrajo miradas, bailó brillantes canciones de tambores chicos y gatos enajenados de vehemencia pueril. Se me paró, claro, el entendimiento al reconocer su fugitiva cara que era maquillaje de un adios. Tendré mil años y seguiré recordándote gritó en un pañuelo, cuando sonaba su nariz inundada de mucosidad divina y transparente, como leyendo los pies del salar antiguo que no conoció. Es cierto, que no le queda afán poético, nadie puede reconocerle por la calle. Las pechugas de pavo sobrealimentado se le furon al suelo, desinfladas por el recorrer de camiones conserveros, o leones hambrintos de circo pobre, o empobrecido por el capitalismo anglicano, que no necesita papas, porque tiene su rey fornicario.
el mate, señores, el mate, lo sorbió como la U se comió el partido de boca en el Nacional, como un boquen (nunca entndí que significaba), como yo me morfé los 5 años de universidad creyendo estudiar, y en realidad cavaba mi propia tumba como profesor de filosofía, como amnate amateur, como lector impotente, como viejo que recuerda los amores pasados, odiados por gastarte o porque no fuiste lo suficientemente listo como para abrir el mundo con la personalidad que hoy te sobra, pero que no sirve de nada.
Sin maquillaje, dos años más tarde, la vi paseando los hijos de otro... yo no divisé ni una mínima lágrima en los ojos de alter ego, la vi con la alegría linda de no comer sanguches como los del estadio toda la vida, que caminé con tanto ímpetu, que tropecé con mi propia panza, que me crecía de trabajar y comer mal.
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