domingo, 22 de marzo de 2009

Pez

Cuando adiviné que me estaba pasando no pude hacer nada. Las escamas me alcanzaron la cara y las agllas comenzaban a moverse. Era un pez de esos que besan las vidrieras de los parques acuáticos. Hacía signos con mis aletas, pero nadie pudo leerme. Conté cuentos largos y cortos. Mis ojos grandes veían en 180 grados sin permitir que nadie entrara entre ellos para que supieran que era un hombre. Estaba atrapado en este cuerpo y no había más que hacer.
Sentí la compasión momentanea de los visitantes que me veían medio con pena y medio con curiosidad. Tuve esa sensación de pena al ver que catedráticos pasaban por enfrente mío explicándole a sus alumnos mi cortedad de cerebbro, mis ojos redondos que no permitian que viera al mundo como los humanos corrientes y mis labios besadores sin posibilidad de hablar.
Entonces decidí saltar del acuario, ponerme del otro lado. Duré solamente tres segundos siendo hombre y luego ellos me cocinaron en pos de la alimentación diaria.
Hoy reposo en el fondo de un estómago esperando salir.

1 comentario:

Carpe diem dijo...

qué lindo!!! por la chucha!!!!