...Ella lo conoció cuando paseaba por la vida, despreocupada, recién libre. Él la conoció cuando cumplía con su labor, simplemente hacía lo que cualquier soldado de la educación debía hacer. Conversaron, se subieron a buses parecidos, los colores del sol no dejan ver los buses con calma. Atravesaron cuarenta puertas de papel forrado con flores extrañas, las burbujas de colores era manifestaciones inalcanzables de la probidad, así se dio la primera conversación entre los muchachos. Un rato hablaron jugando otro rato jugaron a hablar. De cerca se comunicaban las cosas y a secretos saltaban como zorzales, nadie entiende los bailes extraños de lo pájaros cuando la primavera está por venir. Benedetti los entendería, los Lovers Go Home, nadie creería la buena suerte de simplemente encontrarse, ni ellos. Ella le regalaba tarde de saber cosas, lanas para hacer cuentos, que él se dedicaba a tejer en su casa para luego regalárselos como prendas que sin importar el uso, simplemente era importante tener en esos closet enormes que uno tiene en la frente. Él le regalo un par de orgasmos de colores, en papel lustre, ¿o eran origamis?, la verdad no recuerdo bien, pero así se entendían, así se leían, así se enseñaban. La felicidad no importaba, pues parecía un retrato colgado en la pared de los museos que muchos otros habían fotografiado, pero que nadie se atrevía a comprar. No se sabe donde fueron a parar, el futuro muchas veces se oculta tras los matorrales de la vida de ciudad. La cosa es que ahora, cuando camino por
miércoles, 9 de abril de 2008
Niños caminando
...Ella lo conoció cuando paseaba por la vida, despreocupada, recién libre. Él la conoció cuando cumplía con su labor, simplemente hacía lo que cualquier soldado de la educación debía hacer. Conversaron, se subieron a buses parecidos, los colores del sol no dejan ver los buses con calma. Atravesaron cuarenta puertas de papel forrado con flores extrañas, las burbujas de colores era manifestaciones inalcanzables de la probidad, así se dio la primera conversación entre los muchachos. Un rato hablaron jugando otro rato jugaron a hablar. De cerca se comunicaban las cosas y a secretos saltaban como zorzales, nadie entiende los bailes extraños de lo pájaros cuando la primavera está por venir. Benedetti los entendería, los Lovers Go Home, nadie creería la buena suerte de simplemente encontrarse, ni ellos. Ella le regalaba tarde de saber cosas, lanas para hacer cuentos, que él se dedicaba a tejer en su casa para luego regalárselos como prendas que sin importar el uso, simplemente era importante tener en esos closet enormes que uno tiene en la frente. Él le regalo un par de orgasmos de colores, en papel lustre, ¿o eran origamis?, la verdad no recuerdo bien, pero así se entendían, así se leían, así se enseñaban. La felicidad no importaba, pues parecía un retrato colgado en la pared de los museos que muchos otros habían fotografiado, pero que nadie se atrevía a comprar. No se sabe donde fueron a parar, el futuro muchas veces se oculta tras los matorrales de la vida de ciudad. La cosa es que ahora, cuando camino por
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